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Heraldos del juicio de Dios

Los adventistas siempre hemos sido un pueblo de profecía

Alberto Timm
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Heraldos del juicio de Dios

La primera mitad del siglo XIX experimentó una intensificación de los ataques del racionalismo moderno contra la fe cristiana. Los vientos de la Revolución Francesa deificaron la razón humana, y la biología evolucionista presentó a la naturaleza como su propia creadora. Los deístas describían a Dios como alguien que no interfiere en las cuestiones humanas.

Para los críticos históricos, la Biblia estaba llena de mitos religiosos e inexactitudes; sus profecías eran meramente un estilo literario sin influencia alguna en el presente. Los posmileniales señalaron que el reino de Dios sería establecido en el mundo por medio de reformas sociales. Se cuestionó a Dios y su Palabra.

Dentro de ese contexto, la arqueología bíblica comenzó su travesía de confirmación de la historicidad de la Biblia. Los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12 llamaron la atención, advirtiendo al mundo de los juicios inminentes de Dios y su ofrecimiento de salvación. Este artículo brindará una breve visión de la comprensión adventista temprana de esos mensajes y de los ajustes posteriores de esa comprensión.

PERSPECTIVAS ADVENTISTAS TEMPRANAS

Los expositores protestantes de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX veían los tres ángeles de Apocalipsis como «heraldos emblemáticos de la reforma progresiva respecto del papado».1 Aunque algunos autores consideraban la misión de esos ángeles como ya cumplida, otros la veían como aún en proceso.

Guillermo Miller y sus seguidores se convencieron cada vez más de que el Segundo Movimiento del Advenimiento estaba proclamando el mensaje del primer ángel, al advertir al mundo de «la hora de su juicio» (Apoc. 14:7). Algunos milleritas creían que la predicación del segundo ángel comenzó en el verano de 1843 con el famoso sermón de Charles Fitch titulado «Salid de ella, pueblo mío» (Apoc. 18:4; cf. Apoc. 14:8). Los milleritas prestaron poca atención al mensaje del tercer ángel.

Después del chasco de octubre de 1844, los adventistas guardadores del sábado asumieron que los mensajes de los dos primeros ángeles ya se habían cumplido en el movimiento millerita, y que su propio movimiento emergente solo tenía que predicar el mensaje del tercer ángel (Apoc. 14:9-12).

En el folleto Señales y manifestaciones del segundo advenimiento (1847), José Bates demostró de qué manera la predicación secuencial de esos mensajes reveló los componentes doctrinales básicos del mensaje adventista.2 En los años siguientes, los guardadores del sábado revisaron y fortalecieron aún más su sistema doctrinal mediante una integración con los temas fundacionales del Santuario, de Daniel 8:14, y los mensajes de los tres ángeles, de Apocalipsis 14:6-12.3

En 1858, Elena White describió esos mensajes como los tres pasos de acceso a la plataforma sólida de la verdad presente, con dos grupos diferenciados de escalones ascendentes. El primer grupo estaba compuesto por los que pasaron por el período millerita y por las experiencias tempranas de los guardadores del sábado y que aceptaron los mensajes como se predicaron originalmente. El segundo grupo estaba formado por personas que más tarde subieron las escaleras sin ser parte de la proclamación original de los mensajes.4 Esa ilustración ayudó a consolidar la noción de que, si bien los mensajes de los tres ángeles comenzaron a ser predicados en secuencia, los tres debían ser predicados en forma simultánea.

AJUSTES ADVENTISTAS POSTERIORES

Los adventistas guardadores del sábado vieron que la proclamación de los mensajes de los tres ángeles revelaba todo el sistema de la verdad presente. En los primeros días del movimiento, dos expresiones de esos mensajes recibieron atención especial. Una era «la hora de su juicio ha llegado» (Apoc. 14:7), que era considerada una alusión a la fase del ministerio sacerdotal de Cristo en el Santuario celestial después de 1844 (cf. Dan. 7:9-14; 8:14). La otra expresión era «los mandamientos de Dios» (Apoc. 14:12), con su énfasis en la naturaleza perdurable del Decálogo y del sábado como día de reposo. Esta perspectiva estaba cimentada en la convicción de que la fe que justifica no anula la Ley de Dios (Rom. 3:31).

Con los años, los adventistas se han considerado como los «santos» obedientes que «guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús» (Apoc. 14:12). Relacionan inclusive varias de sus creencias con estos dos temas doctrinales. Por ejemplo, después de la visión de la reforma prosalud que tuvo Elena White en 1863, los principios básicos de salud eran considerados como expresiones de esos mandamientos. Después del Congreso de la Asociación General de 1888 en Minneapolis, la doctrina de la justificación por la fe fue vista como una parte fundamental de «la fe de Jesús». Esta percepción fomentó un enfoque más cristocéntrico para predicar «el evangelio eterno» en el contexto de «la hora de su juicio» (Apoc. 14:6, 7).

En la Conferencia Bíblica de 1952 en Takoma Park (Maryland), F. D. Nichol presentó un trabajo esclarecedor titulado «La actualidad creciente del triple mensaje», brindando una lista útil de doctrinas y pronósticos proféticos expresados en esos mensajes.5 En tiempos más recientes, escritores y predicadores adventistas han aplicado una renovada atención al énfasis creacionista del mensaje del primer ángel (Apoc. 14:7).

Los investigadores adventistas han reconocido que la expresión «Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y la fuente de las aguas» (Apoc. 14:7) no refleja principalmente el relato de la creación del Génesis sino más bien el cuarto mandamiento que expresa: «Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay» (Éx. 20:11).

Los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14 son probablemente el conjunto más rico y abarcador de vislumbres doctrinales en el Apocalipsis de Juan, y aun en toda la Biblia. No es de asombrar que en 1903, Elena White habló de esos mensajes como «las verdades […] más solemnes que jamás hayan sido confiadas a seres mortales», y a su proclamación «una obra de la mayor importancia».6

La misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es «hacer discípulos de Jesucristo que viven como sus testigos amantes y proclaman a todas las personas el evangelio eterno de los mensajes de los tres ángeles, en preparación para su pronto regreso (Mat. 28:18-20; Hech. 1:8; Apoc. 14:6-12)».7 Si los mensajes de Apocalipsis 14 fueron tan relevantes para los primeros adventistas guardadores del sábado y sucesivas generaciones adventistas, ¿no deberían ser aún más relevantes para nosotros, que estamos mucho más cerca de la segunda venida de Cristo?

Creamos y proclamemos con valor esos importantes mensajes a todo el mundo.

1 Thomas Scott, The New Testament of Our Lord and Saviour Jesus Christ: Translated From the Original Greek, With Original Notes, and Practical Observations (Londres: Bellamy and Robarts, 1791), sobre Apocalipsis 14:6, 7.

2 Joseph Bates, Second Advent Way Marks and High Heaps, or a Connected View, of the Fulfilment of Prophecy, by God’s Peculiar People, From the Year 1840 to 1847 (New Bedford, Mass.: Benjamin Lindsey, 1847).

3 Alberto R. Timm, The Sanctuary and the Three Angels’ Messages: Integrating Factors in the Development of Seventh-day Adventist Doctrines (Berrien Springs, Mich.: Adventist Theological Society Publications, 1995).

4 Elena White, Spiritual Gifts (Battle Creek, Mich.: Review and Herald Pub. Assn., 1858), t. 1, pp. 168, 169.

5 F. D. Nichol, «The Increasing Timeliness of the Threefold Message», en Our Firm Foundation (Washington, D.C.: Review and Herald Pub. Assn., 1953), t. 1, pp. 543-622.

6 Elena White, Testimonios para la iglesia (Doral, Fl.: Asoc. Pub. Interamericana, 1998), t. 9, p. 17.

7 Consultado en www.adventist.org/articles/mission-statement-of-the-seventh-day-adventist-church/ (publicado el 15 de octubre de 2018).

Alberto Timm

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